domingo, 22 de agosto de 2010

Imbécil

"Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:

a)el que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual, el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque

b)el que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez

c)el que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa

d)el que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, mas o menos, sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se encuentra más entonado.

e)el que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello que va a hacerle polvo".

yo creo que tengo alguito de todos, pero me sorprendió mas que nada mi parecido con el d), qué joda esto de encontrar una descripción tuya leyendo un apunte de ética para la facultad...

P.D: si hay vida más allá de este blog, ¿vos cuál sos?

lunes, 2 de agosto de 2010

Vértigo

Hoy el atardecer tenía un color diferente. Estaba mirando tele embobada, salí al balcón a cerrar la reja para que no me entre el chiflete y me quede detenida mirando el cielo y oliendo el aire, escuchando una tranquilidad un poco extraña para la hora que era y lo céntrica que es mi calle. Me quedé unos minutos mirando y oliendo, como si derrepente no conociera la vista que tengo en mi balcón desde siempre. Acá jugaba al juego de la gorda con mi hermana, patinaba con los patines oxidados de cuatro ruedas agarrándome de las paredes para no caerme y me hacía la jardinerita cuando regaba las plantas y les hablaba una vez por mes o cuando me acordaba.
Ví que había una torre altísima que tenía una luz roja titilando en la punta, y a unos metros de ella noté que había otra parecida. Me pregunté para qué era esa luz y me imaginé que es un sistema de comunicación de algún tipo. Flashié. Me olvidé que estaba desabrigada y tenía mucho frío, pero me quedé unos segundos más pensando que mi hermana estaba en alguna parte de ese cielo volando hacia otro lugar que no conozco y que debe ser muy distinto a este balcón, en donde vivo desde que nací. Era todo tan gigante que me dio vértigo, me dieron ganas de tirarme y de agarrar esos edificios con la mano, subirme a la punta de la torre para ver la luz roja de cerca...qué se yo.
Cuando reaccioné del autismo entré de nuevo a casa como un oso en la cueva y volví a la comodidad: estufa, tele, gata, chocolate y persianas bajas.

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