domingo, 11 de abril de 2010

Luna Sushi: Segunda y no última parte




Una vez que nos fuimos haciendo un poco púberes nos depilamos por primera vez las pelusas de las piernas en su bañadera, con unas gilletes rosas que compramos a la salida del colegio. Fueron tiempos duros de metamorfosis, ningún chico gustaba de nosotras y cuando empezaron los bailes nos sacaba siempre el que menos cotizaba de los varones. Tocaba instrumentos imaginarios y las chicas huían cuando él tímidamente se acercaba a los grupitos, ensayando la invitación con una mano y hablando para sí mismo, nervioso. Medio por pena y curiosidad aceptábamos, pero qué jodido cuando te tocaba justo la canción de Titanic que era la mas larga del momento y te movías como un poste durante cuatro minutos, evitando en todo momento mirarlo a los ojos o hacer algún movimiento que estuviera fuera del ir y venir monótono del baile.

A esa edad me empecé a sentir un mutante, algunos pequeños detalles dentro mío cambiaban y me veía obligada a empezar la vida teen, pero en realidad estaba verde, mas verde que nunca. Si era por mí no hablaba de toallitas, ni de corpiños ni del juego de la botellita, si hubiera sido por mí seguía jugando todo el día y con nuestros delirios un buen rato mas, que así estábamos bien. Siempre fuí bastante mas lenta para todo, salvo que ahora ya me acostumbré y no me estresa, lo acepté y respeto cada momento mío de la mejor manera que puedo.

Con Libertad y Luna, a lo largo de los años de nuestra primaria, nos fuimos haciendo amigas de Gala y Fresa. Había otras chicas mas en el grupo, pero a lo último fuimos quedando las que somos. Teníamos muchas cosas en común, nos gustaba juntarnos una tarde y disfrazarnos, crear personajes y sacarnos fotos, filmar un video con alguna idea que se nos ocurría. Una vez hicimos un grupo de cumbia de unas minas medio reventadas que cantaban un hit que decía “ese ladrón que me robó el corazón, me robó el corazón, como si fuera un simple carameelo”. Todavía se me pega. Ya en esos momentos se notaba nuestra tendencia hacia el delirio y nuestro gusto por las cosas extraordinarias, que nos unía y a la vez nos alejaba de las demás, que capaz venían y participaban de la filmación, pero iban desapareciendo a lo largo de las tomas porque no demostraban tanta emoción en sus representaciones.
Una tarde de ésas, a Luna le descubrimos un diario íntimo sin candado que decía “estoy re contenta, hoy los chicos no me cargaron” y nos reímos mucho, porque así era como nos sentíamos. La verdad es que seguíamos sin ser de las mas solicitadas y los pocos varones del grado no se olvidaban de recordarnoslo, “cargándonos” y poniéndonos apodos que en el momento no eran muy felices.

Mis tiempos de teen-mutante se fueron apaciguando y pasando, gracias a nuestras escapadas en donde pasábamos horas juntas sin darnos cuenta y a nuestra manera de divertirnos e imaginar, que sólo nosotras conocemos. Éste es uno de los recuerdos mas valiosos que tengo, mis cuatro amigas de la toda la vida. Todavía las conservo y cada vez que las veo me río, las abrazo y como como un cerdo; como si no hubiera pasado ni un día. Cada vez que las veo siento que vuelvo a casa y me encuentro con mi principio, con la punta de mi ovillo.

Darme cuerda



Es de mañana, me despierto mas temprano de lo que hubiera querido. Intento, todavía en la cama tapada hasta la cabeza, concentrarme y centrarme en un buen pensamiento y una buena razón, en una motivación noble que tenga la suficiente fuerza. Con los ojos cerrados empiezo a buscar y recorrer, evado la realidad, me asalta algún recuerdo lindo y a veces siento nostalgia.
Sigo de largo, paso las páginas, el miedo, la paranoia, la inseguridad, las incertidumbres, buscando algún rincón de tenacidad y sentido. Un rincón limpio. El paisaje es infinito como horizonte y a veces siento muchas ganas de desprenderme de todo este mapa emocional, llevo el corazón y la cabeza pesados, adentro de una jaulita. Intento pensar dónde estoy parada, qué opciones tengo, cuáles fueron siempre mis deseos, si tengo que cambiar de dirección o así voy bien, si me estoy acercando o me alejo cada vez mas. Qué se yo. Hay mañanas que me tengo que dar cuerda. Entonces me sostengo del mejor pensamiento que encontré, pongo un pie en la tierra y me voy a la cocina a darle de comer a la gata y a hacerme un té.



martes, 6 de abril de 2010

Amigos elegidos











Desde que nos cruzamos en algún lugar inimaginado, casi por casualidad y sorpresa, los quiero. Me dieron existencia, me hicieron crecer, estirarme, renovar, engordar y sentir cosas siempre nuevas.

Para Ana y Casandra, Ceci, Ariel, Santiago, Ana Martínez, Vicky y Julia.

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